Narraciones inverosímiles
- Myosotis Rowan
- 4 feb 2016
- 2 Min. de lectura

A veces una mala portada puede decantar al lector entre abrir el libro o no. Afortunadamente, los lectores que tenemos ya cierta trayectoria, sabemos que la portada es lo de menos.
La cosa, sin embargo, es peor cuando es el título el que no le hace justicia a la lectura en sí. Y si ya ambos se compinchan entre ellos, posiblemente el libro termine descansando por los siglos de los siglos en la estantería. A mi ejemplar le ha pasado ambas cosas y si bien he superado la primera traba, que es la portada horrible (nada que ver con la que he puesto sobre estas líneas), no he conseguido superar la segunda, hasta que cogí este libro por ser el que tocaba en la larga fila. De nuevo me ha pasado como con el Quijote, que ya desde la segunda página me estaba dando de cabezazos contra la portada por no haberlo cogido antes; por haber estado tantos años sin conocer la prosa lírica y a los maravillosos personajes y sus historias que pululan entre las páginas de este libro. Pero mi sorpresa ha sido mayúscula, cuando, inflamada por las páginas y las historias de este volumen, he querido investigar un poco sobre la vida del autor y he descubierto que no es la primera vez que entro en contacto con él, sino que ya me enamoró con su "Capitán Veneno", que leí siendo una cría y que he buscado por mi biblioteca hasta encontrarlo de nuevo cubierto de polvo, años ha escondido de tan bien guardado como lo tenía. Unos relatos que enamoran el alma, que la encandilan y la embrujan hasta conseguir que el propio desasosiego de algunos personajes duelan físicamente dentro del pecho de quien pasea sus ojos por sus letras. Uno de los relatos, "el amigo de la muerte", sublime, dará al lector la fecha exacta del fin del mundo y le hará recordar ese otro cuento que seguro que ha escuchado en su niñez: "El ahijado de la muerte". Sinopsis: Pedro Antonio de Alarcón, "el único hombre de genio, de verdadero y auténtico genio, que ha tenido la novela española en el siglo XIX", como lo calificara Azorín, ofrece en estas narraciones, lo real y lo fantástico, casi lo cósmico, lo extravagante, lo cuerdo, lo trágico y lo cómico, lo tierno, lo grotesco y todo aquello inherente al alma popular de nuestras tierras. Y si bien el autor perfila con agudeza todos estos matices, éstos no son fruto exclusivo de su imaginación: casi la totalidad de las historias, "aunque parezca increible", como afirma el mismo Alarcón, son extraídas de la "inverosímil realidad de España". Porque Alarcón, como alguien dijo, escribió "mojando la pluma de Quevedo en la paleta de Goya".