Juana la loca, la cautiva de Tordesillas
- Myosotis Rowan
- 6 feb 2016
- 3 Min. de lectura

Profundamente emocionada y sin saber muy bien cómo comenzar, traigo hoy una lectura que me ha robado el corazón y el aliento de tal forma que su lectura me ha durado poco más de dos días. Gracias a este libro y a este maravilloso escritor, que no conocía, he descubierto una pasión desconocida en mí: el ansia por la literatura histórica NO novelada. Había leído muchos libros sobre esta mujer, todos en forma novelada y, sin embargo, ninguno de ellos me ha llegado tanto como este ensayo sobre esta prodigiosa mujer y sobre su época, de forma que me he visto obligada a hacer anotaciones en sus márgenes con ideas que me saltaban a la cabeza según avanzaba en mi lectura. No sólo el señor Fernández nos habla de Juana, sino que nos habla también de su entorno, de esa época llena de genios y llena de ideas mágicas, tan obsesionada con la brujería y en plena Inquisición Española. En efecto, nos habla de las costumbres de la época, de su forma de vida, de la diferencia que se hacía entre brujos y brujas, que es algo que me ha impresionado, pues mientras al mago se le tenía por alquimista, por hombre de "ciencias" y hasta llegaba a respetársele, la mujer, desde primera hora, estaba condenada a la hoguera. He leído este libro buscando evidencias sobre la locura de Juana, sin hallar ninguna más que al final de su vida (muere con 76 años, una edad inusual en aquella época y normal que ya a sus 70 la cabeza le fallara). Pero no, Juana no estaba loca. Me ratifico en lo que siempre le digo a mis turistas: con Juana se ha cometido siempre la mayor injusticia de la historia para con una mujer: a la del cautiverio que duró más de medio siglo, se le añadió la injuria de la locura. Arrancada de su hogar con 16 años, enviada a una tierra lluviosa, sin cielos azules, desconocida en todo y para casarse con alguien que ni siquiera conocía ni por retrato, Juana se sintió tan indefensa, que se lanzó a brazos de Felipe el Hermoso buscando el consuelo que no encontró y aferrándose al sexo como único escape para aquella falta de cariño que ya jamás la abandonaría. La mitad de sus hijos fueron engendrados cuando Felipe creía que, gracias a ella, estaba cada vez más cerca del trono de Castilla. Sabiendo su apego al sexo, la castigaba sin él cuando Juana lo desagradaba, llegando a traicionarla incluso con sus propias damas que se suponían que debían apoyar a la reina. De ahí que jamás pudiera sufrir la presencia de otras mujeres. Experimentando el cautiverio por primera vez a manos de su esposo con 25 años. Luego a manos de su padre en Tordesillas, a los 27 y ya hasta el final de su vida por su propio hijo Carlos V, alejada de sus hijos e hijas, excepto la menor, y maltratada física y psicológicamente durante toda su vida, no es de extrañar que desde su más tierna infancia, desde sus 17 años padeciera una depresión agudizada por los años y no tratada que la sumió en aquella dejadez que todos tomaron por locura sin molestarse en tratar de aliviarla. Conmovedora hasta las lágrimas, esta obra también indignará el corazón del lector. Maravillosa lectura totalmente recomendable y necesaria. Sinopsis: Estamos ante uno de los personajes más conmovedores de la historia, en parte por sucumbir ante una profunda depresión, iniciada por los celos y culminada por la muerte de aquel Felipe el Hermoso que tanto amaba; en parte, también, por ser una víctima del poder, de los que ansiaban ese poder, que era nada menos que el de la Monarquía más poderosa de su tiempo,, el de la España de los tercios viejos y de los grandes conquistadores de América. Y así fue convertida en una sombra, primero por su propio marido, Felipe el Hermoso; después por su padre, quien la recluye en Tordesillas, Fernando el Católico. Y en esta situación la mantiene su propio hijo Carlos V. Este relato nos presenta las desventuras de aquella pobre reina, que, a pesar de que pudo haberlo tenido todo, no fue capaz ni siquiera de tenerse a sí misma. Este es el relato de la vida de Juana la Loca, la cautiva de Tordesillas.