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El corazón del océano

  • Foto del escritor: Myosotis Rowan
    Myosotis Rowan
  • 8 feb 2016
  • 4 Min. de lectura

Últimamente me quejo de la historia negra que los españoles cargamos a las espaldas con la conquista del Nuevo Mundo de nuestros muy muy muy lejanos antepasados.


Cuando conozco a algún sudamericano, tarde o temprano siempre sale la conversación y la dichosa frase "devolvednos lo que nos robásteis", junto con reproches sobre las barbaridades que los conquistadores hicieron en América del Sur y los territorios que "pertenecían" a la Corona de España. Pues sí, se hicieron barbaridades. Sí, se trajo oro y plata de las Américas, un oro y una plata que el pueblo no vio, desde luego, y que se quedó en manos de los poderosos y que hoy en día está más que dilapidado. Sin embargo, no he escuchado a estas mismas personas quejarse de los portugueses. Y es que la fanfarronería de los españoles nos ha llevado a que siglos después de nuestra llegada a América, sigamos siendo vistos como los responsables de sus desgracias a día de hoy. Por eso, "El corazón del océano" debería ser leído por todo el mundo. Porque hoy en día, el mestizaje en Sudamérica es un hecho real de aquéllos tiempos, donde no sólo trataban a las nativas como concubinas (que también) sino que, en muchos casos, llegaban a casarse con ellas y a legitimar la unión y a los hijos y donde incluso las mujeres españolas (con más o menos trabajo y mejor o peor miradas) también se casaban y se unían a los nativos. Ahora bien, si el mayor reproche que pueden hacernos no es el maltrato a los indios (que también lo hubo, por supuesto), sino el robo de la plata y el oro, anteponiéndolo por encima del factor humano, es que entonces tenemos un problema. Al fin y al cabo, no es la primera vez que me tiran los tejos alegando que les gusto por mi piel blanca. El tener la piel un tono más oscuro en algunas partes de latinoamérica (confirmado por propios mexicanos, argentinos y venezolanos) marca la frontera entre tener un trabajo o estar en el paro y morirse de hambre. Y son sus antepasados. Así que, tras esta presentación de una lectura, tan poco usual, tan políticamente incorrecta, invito a todo el mundo a leer "El corazón del océano"; españoles que se flagelen por esa leyenda negra, (que sí, que sí, que se cometieron barbaridades, pero que no tenemos por qué cargar con esa culpa y que dejamos nativos vivos, que aún hoy hay tribus que viven sin haber visto jamás al hombre blanco y que no se puede hablar de genocidio, cuando el 95% de las muertes fueron causadas por enfermedades que el español llevó consigo) y a aquellos sudamericanos, que no todos, que sigan culpando a los españoles de hoy por lo que hicieron unos antepasados siglos ha sin mirar a otros países como Portugal, Holanda, Inglaterra, que en Brasil y en Norteamerica cometieron las mismas o más barbaridades que aquellos conquistadores españoles y que prefieren seguir pidiéndonos aquel oro y aquella plata, sin querer mirarse el ombligo y ver qué es lo que está fallando

actualmente en sus políticas. Volviendo a la lectura (y pido perdón por esto, puesto que más parece un mítin político que mi opinión sobre el libro, pero me subleva que se me acerquen turistas a preguntarme el precio de la entrada, les pregunto amablemente de dónde vienen, me contestan y a las pocas frases ya me saltan con esto), como digo, volviendo a la lectura, que nadie piense que se encuentra, por el título, ante la típica novela de aventuras amorosas salpicada con un poco de historia. Más bien, al contrario. Es un relato histórico (tanto en el viaje, como antes del viaje, mostrándonos los usos y costumbres de las damas de la época, de la vida en Sevilla y de la vida en el mar y al otro lado de éste), muy bien documentado, salpicado con un par de historias de amor que quedan en un segundo plano. Una lectura maravillosa para aprender, sobre todo, y para pasar tardes agradables en estos últimos coletazos del verano imaginando estar en playas caribeñas ante los peligros que supone un desconocido Nuevo Mundo. Sinopsis: Para frenar el mestizaje entre las filas españolas que conquistan el Nuevo Mundo, la Corona de Castilla envía a América ochenta doncellas escogidas entre familias que han visto menguada su riqueza por la crisis del siglo XVI. Durante la travesía, tendrán que sortear ataques piratas, tormentas, la peste, el desencuentro con los pobladores de las nuevas tierras... Sólo algunas damas llegarán hasta su destino, entre ellas, Mencía de Calderón, personaje histórico que dirigió la expedición, y Ana de Rojas, una muchacha culta y soñadora que romperá con el corsé religioso y cultural de la vieja Europa. Durante el viaje, Ana conoce al joven Alonso, descendiente de un héroe de las revueltas gallegas. La realidad del nuevo Mundo pondrá a prueba los sueños de ambos personajes y su afán de superación, transformando sus vidas para siempre.


 
 
 

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