Los helechos arborescentes
- Myosotis Rowan
- 11 feb 2016
- 2 Min. de lectura

Los helechos arborescentes han estado entre nosotros desde los albores del mundo, guardando memoria de la evolución de las bacterias, de la extinción de los dinosaurios y el nacimiento del eslabón perdido.
Y las prostitutas han estado también desde el principio del ser humano. Por ello no es de extrañar que, como helechos arborescentes, la columna vertebral del relato sea la mancebía de la Formalita. La lectura me ha repugnado y me ha fascinado por igual. "Los helechos arborescentes" es leer el mundo subrrealista y sexual de Dalí y es leer la vida bohemia de los burdeles de Lautrec. Una lectura sin alma. Una lectura con alma. La historia del despertar sexual de un preadolescente en un prostíbulo y su muerte al ver la muerte en Franco. Sinopsis: Memorias mágicas de un niño atemporal, que viene de los cuadros tenebristas y va hacia el encuentro alucinante con Franco, pasando por la picaresca del Siglo de Oro y el esperpento de Goya y Valle-Inclán. Historia irracional de España y sus guerras civiles, magno mural y expresionista donde el anacronismo es la clave poética y los siglos se dan la mano para bailar el minué sangriento de nuestro sempiterno guerracivilismo. Juego de círculos concéntricos donde el círculo mayor va cabiendo siempre en el menor: España y la Historia resumidas en sus contiendas civiles, imperiales, coloniales, religiosas. Todas esas contiendas resumidas en la del 36-39. La contienda 36-39 dentro de una casa de lenocinio de Valladolid y la casa de lenocinio dentro de la memoria inmemorial de un niño, Francesillo, que asiste a la Historia, recadea a las meretrices, hace de monaguillo maldito en el doble culto de la prostitución y la religión. Francisco Umbral ha escrito la novela de un niño que vive dos vidas paralelas, complementarias, que se aureolan y justifican una a la otra dentro de su alma escalonada en tres estadios como los tres patios sucesivos de su casa: la cultura, la gente, la soledad. Figuras de la Historia (Zumalacárregui, Zorrilla, Mariano de Cavia, Millán-Astray, don Álvaro de Luna, Franco), de la cultura (la Pardo Bazán, Giner de los Ríos, Giménez-Caballero, Estebanillo González) y de la intrabiografía mágica del niño narador, van y vienen libremente por los siglos como salones, se encuentran, se saludan, se matan. Un gran esperpento histórico- resuelto en un claro, rápido e insólito estilo literario- que es sin duda la obra más ambiciosa y lograda, y probablemente polémica, de su autor.
Comments