Centauros
- Myosotis Rowan
- 13 feb 2016
- 2 Min. de lectura

Algo que me atrae profundamente de Alberto Vázquez-Figueroa es su capacidad de enseñarte cosas, en este caso historia, y biografías, en este caso concreto la de Alonso de Ojeda, de una forma amena y divertida hasta tal punto que el lector no se percata de que está aprendiendo.
Aunque su estilo profundamente marcado puede llegar a cansar y hacerse monótono si sus libros se leen uno tras otro, de forma que aunque cuente cosas distintas, parece que estar contando lo mismo, no es menos cierto que si se leen con algunos meses de intervalo entre uno y otro, no puede por menos que maravillar la capacidad productiva de este autor. Otra de las cosas que me lleva a comprar sus libros, a pesar de que se pueden conseguir bajar gratuita y fácilmente por internet, es colaborar en su incansable lucha por conseguir llevar agua a sitios abandonados en este aspecto de la mano de Dios y de su constante búsqueda de soluciones para la desertización que le espera a las futuras generaciones. De nuevo Alberto Vázquez-Figueroa nos envuelve en una aventura en la que el Nuevo Mundo y sus formas de vida se despliegan ante nuestros ojos de forma maravillosa y mística. Sinopsis: Fray Bartolomé de las Casas aseguró de él que "había participado en casi dos mil duelos a muerte y nunca nadie consiguió herirle". Aventurero y seductor durante su juventud, Alonso de Ojeda se embarca con Colón en su segundo viaje y llega a convertirse en comandante en jefe de sus tropas. Su ingenio y astucia le ayudan a vencer en la primera batalla del Nuevo Mundo, donde logra someter al temible cacique Canoabo. Traiciones y reveses de la fortuna se interpondrán con frecuencia en su camino, pero su inteligencia y valentía le ayudarán a salir de las más complicadas situaciones. Maestro de Hernán Cortés, Pizarro, Balboa, Ponce de León y Dioego de Ordás, fue sin duda el GranCapitan Adelantado del Nuevo Mundo. Magistralmente retratado por Vázquez-Figueroa, Alonso de Ojeda fue un hombre indomable, que jamás renunció a sus ideales.