La fuerza de la sangre
- Myosotis Rowan
- 17 feb 2016
- 2 Min. de lectura

Siempre he oído y soy de la opinión también que no se puede juzgar las mentalidades de otras épocas por la nuestra y, quizás por este motivo, no sea justo que ponga esta obra de Cervantes en el álbum de Lecturas No Recomendadas, pero es algo que no puedo evitar.
Escrito con maestría, como don Miguel nos tiene acostumbrados, falla aquí, sin embargo, en calificar a este cuentecito como "ejemplar", pues es más bien lo contrario. Bien es cierto que la mujer, en su época, era apenas sí considerada como un ser humano, siendo tildada muchas veces, sobre todo por sacerdotes y grandes de la Iglesia, como de animal. Sin embargo, en todas las épocas, creo yo, se ha debido un ser humano compadecer de otro y que precisamente sea Cervantes quien escribe esta historia me duele, pues, en todas las épocas también, no puede haber mayor castigo, (SPOILER) que el ser violada y además obligada a casarse con su verdugo. Sin embargo, aquí, doble falta es, que el personaje femenino, la víctima, además, se enamore de su violador por tener éste buen porte y físico y poco más. De acuerdo que el tema de la honra era fundamental, de acuerdo que esto ocurriera realmente, que se obligara al violador a casarse con su víctima, pero que además ésta fuera contenta, dichosa y feliz al matrimonio y enamorada hasta la médula, discúlpeme usted, don Cervantes, pero es de suponer entonces que la mujer quedaba contenta con su violación si ésta culminaba con un bodorrio y, eso no, bajo ninguna condición. Y, como ya he dicho en otra crítica hecha a "La Española Inglesa", bueno es que no se mate siempre a los protagonistas, pues es más difícil dejarlos vivir que matarlos, pero en este caso, el violador no debería haber acabado casado y menos dichosamente. La vergüenza cervantina nada ejemplar. Imposible no sentir el escarnio que su pluma hace contra las mujeres. Sinopsis: (Las novelas ejemplares) es el momento de la plenitud de Cervantes, de su maestría suprema, de su abundancia caudalosa. Del simple esquema narrativo, propio de los cuentistas de Italia, de las figuras puramente estilizantes y sin expresión..., pasó de repente a la pintura de caracteres concretos en lo físico y en lo espiritual, a la individualización, a la perspectiva histórica y topográfica. Sus creaciones fueron universales por su sentido y verdad eterna, pero nacionalísimas por el ambiente. Miguel de los Santos Oliver.