La mejor agencia de detectives femenina
- Myosotis Rowan
- 20 abr 2016
- 2 Min. de lectura

Esta es una de mis lecturas obligatorias este año en el último curso de inglés y, aunque al principio hubiera preferido escoger cualquiera de las otras que daban a elegir, me está gustando y sólo llevo 17 páginas. Y tras haber hecho esta introducción al principio de la lectura, ahora que la he acabado, puede asegurar que me ha emocionado y, en algunos momentos, hasta conmovido. McCall ha conseguido hacer brillar el alma de la mujer en un mundo de hombres como hasta ahora ningún autor lo ha hecho, con una sencillez que conmueve hasta las entrañas. Si tengo que sacarle la punta al libro, quizás sea en que los personajes pecan de inocentes en tramos donde podrían haberse zafado un poco de la implacable Preciosa, pero teniendo en cuenta que son personajes sencillos, nada dados en la mayoría de los casos a las intrigas, tampoco es algo que sea de extrañar. Una lectura y amena para cualquier momento. Sinopsis: Hijas rebeldes. Maridos desaparecidos. Parejas a las que le gusta flirtear. Si tiene algún problema, entonces visite a Preciosa Ramotswe, la única y mejor mujer detective de Botswana. Sus métodos quizás no sean muy convencionales, sus maneras posiblemente no sean muy refinadas, pero tiene coraje, espíritu y una increíble intuición a su favor, por no mencionar a Mr J.L.B. Matekoni, el encantador propietario de Tlokweng Road Speedy Motors. Preciosa va a necesitar de todos su vehículas en su búsqueda de un niño desaparecido, un caso que va a introducir a nuestra heroína en situaciones extrañas y peligrosas... Extracto que me ha encantado: Alguna gente piensa que Dios es blanco, una idea que los misioneros han traído con ellos durante todo este tiempo y que parece haberse anclado en la mente de la gente. Yo no creo eso, porque no hay diferencias entre los hombres blancos y los hombres negros; somos iguales; somos sólo personas. Y de todas formas, Dios ya estaba aquí antes de que los misioneros llegaran. Por aquel entonces le llamábamos con nombres diferentes y no vivía sobre la ciudad de los judíos; viví aquí, en África; en las rocas, en el cielo, en los lugares que sabíamos que le gustaba habitar.