Memorias de Adriano

A pesar que no se le puede negar el magnífico estilo, esta obra es tan densa y comprimida que el lector no puede mantener la concentración en la lectura, leyendo, sin enterarse, con la mente puesta en otra cosa.

Yourcenar consigue que se pueda escuchar la voz de Adriano a través de la letra escrita; una voz monótona y aburrida de un hombre que tiene tanta vida interior que los asuntos terrenales se le quedan pequeños. Sin embargo no se puede negar que, a pesar de su estilo lento y austero, Marguerite consigue presentarnos a un Adriano tan real que el lector no puede por menos que olvidar desde qué tiempos remotos nos habla. Esperaba otra cosa del libro, quizás no tanta filosofía (aunque buena), no tantos problemas de espíritu y no tanto desmenuzamiento de sentimientos y vivencias que llega hasta tal punto que más parece una disección de un ser vivo, que sentimientos. Esperaba algo mas cercano que pudiera hacerme entender el reinado y época de este César, más que sus elucubraciones mentales e inquietudes espirituales. A pesar de que se me ha hecho insoportable y aburrido, NO puedo ponerlo en NO recomendados, puesto que Yourcenar tiene un estilo impecable y éste es uno de esos libros en el que el lector tiene que saber diferenciar su gusto personal de la calidad literaria. Sinopsis: El libro que tienes en las manos, lector, es mucho más que una novela. Es una novela que se plantea reconstruir no sólo los avatares reales de un hombre y de una etapa de la historia, sino recrear una mente- y, como consecuencia, un modo de ver el mundo y de estar en él. Esta mente es la del emperador romano del siglo II Adriano. La autora del libro, Marguerite Yourcenar, pasó muchos años luchando con este personaje que se imponía a su vocacion literaria(...) Más de 20 años, pues, de cortejo de una idea para alcanzar unas nupcias que rebasarían su propósito inicial, porque el libro, que encierra fundamentalmente una filosofía de la vida, contiene, además, la relación de la novelista con la escritura. Por todo ello, lector, cada palabra que lees, es la síntesis, por lo menos, de tres voces comparables a otros tantos estratos de una excavación, la de Adriano, la del estudio de la historia y la de la propia Yourcenar.