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Los intereses creados

  • Foto del escritor: Myosotis Rowan
    Myosotis Rowan
  • 15 may 2016
  • 2 Min. de lectura

Entretenido teatro donde se refleja la vida y la relación de los seres humanos en su realidad más viva y cruda. Una obra, al más puro estilo del teatro del Siglo de Oro, pero escrito en prosa y con un reconocimiento increíble a ese signo de puntuación que tan mal sabemos usar (cuando lo usamos) los hispanohablantes: la coma. Para pasar un rato divertidísimo y relajado. Sinopsis: Estrenada por los grandes actores Valverde y Puga en el teatro Lara, en Madrid, el 9 de diciembre de 1907, esta comedia de polichinelas, en dos actos, tres cuadros y un prólogo, es con toda seguridad de lo mejor del autor. En ella se entrelazan perfectamente los dos mundos benaventinos mejor definidos por los estudiosos de su obra: el de uan sociedad frívola, enviciada por la apatía, el orgullo, la mentira, la envidia, la adulación, la usura y la traición, y que es vista por el autor con los ojos de la sátira, pero siepre con finos matices irónicos; y el de un drama intelectual sabiamente combinado con un plano de ensueño clásico. "Los intereses creados" tienen claros precedentes en la historia literaria y no rechazan la semejanza con modelos precursores, como los personajes de la Comedia del Arte Italiana; personajes de la comedia picaresca del Siglo de Oro y de nuestro teatro tradicional; la farsa de títeres y textos como "volpone", de Ben Jonson, y "Las bodas de Fígaro", de Beumarchais. La obra reúne a su vez una serie de temas muy queridos por el autor: la pugna de intereses y deseos; la dualidad de materia y espíritu representada por los personajes Crispín y Leandro; el milagro del amor que redime y purifica; y el uso de la evasión poética o la ironía lírica. El desarrollo dramático es, como corresponde a Benavente, hábil ingenioso y bien trazado; el diálogo es vivaz, de frases precisas y cuidadas; y los personajes tienen mucho de símbolos y sirven, sobre todo, para exponer las ideas de su creador. Este es el caso de Crispín: un personaje de la tradición del "gracioso" español y que encarna en la comedia la sátira del mundo que vive de los negocios y las hipocresías, un mundo sin grandes ideales, mediocre, espiritualmente raquítico. Y el de Leandro, el "galán": un persoanje reducido a ser "una negación puesta al servicio del criado". Sin olvidar a Silvia, la "heroína", cuyo amor purifica los intereses materiales que gobiernan el mundo que se critica en la comedia.. Esta comedia de "Los intereses creados" tuvo una continuación no tan lograda años despues en "La ciudad alegre y confiada", en 1916. I. G. Sanguinetti.



 
 
 

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