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Dentro de El Ministerio del Tiempo


Y ahora ya sabéis el por qué de esa cama redonda, de esa orgía que puse hace unos días en mi estado. Y es que un libro sobre una serie como el El Ministerio del Tiempo, no puede ser escrito más que por todas aquéllas personas que hicieron posible un sueño (para mí) maravilloso.


A un lector sin mucho interés por algo que sea simplemente lo que ve en pantalla, le puede resultar un tanto árido de leer, pues en su mayor parte es bastante técnico, haciendo referencia, por supuesto a la serie y personajes, pero sobre todo a los guionistas, iluminación, estudios realizados sobre Historia para llevar a cabo los capítulos de la forma tan especial y realista como se hicieron.


Siendo una ministérica a medias (he firmado para que se renovara la serie una segunda temporada, pero no he leído fanfics, ni he conseguido tener mi carné de ministérica), el libro me ha emocionado porque es un agradecimiento constante a todos los seguidores de la serie.


Cuando lo compré, el precio me pareció caro, como todos los libros que se venden en España, que no fomentan precisamente la lectura por su precio. Y me pareció caro porque me dije que en lugar de pastas duras, de páginas no recicladas, podían haberlo abaratado sacando también un libro de bolsillo. Y, sin embargo, ¡cómo varían las opiniones! Siendo fan de la serie, lo compré de todos modos y casi se me saltan las lágrimas cuando comprendí el por qué de su precio. Todos los derechos de autor se donan a FUNDELA, una asociación de voluntarios que investigan sobre tratamientos para el ELA. Y sólo por esto, ya merece la pena comprarlo. Pero no sólo por eso. El proyecto y la serie sólo pueden entenderse conociendo la historia de sus guionistas. Una historia que parte el alma, pero que también llena de esperanza y aún más amor por este maravilloso trabajo. Sólo comprando el libro puede llegar a entenderse la serie en toda su amplitud.

Antes de continuar con mi crítica, quiero agradecer a todos los creadores de El Ministerio del Tiempo, esta decisión. Hace años me diagnosticaron con una esclerosis múltiple. Afortunadamente, tras el tratamiento de dos años, aquello paró, quedando tan sólo en una mielitis (hasta nuevo ataque, que esperamos que jamás se produzca). Por eso, y sin ser igual que el ELA, mil gracias en nombre de todas aquellas personas que sufren una enfermedad neurodegenerativa.


Comprar y leer este libro, también da esperanzas a aquéllos que deciden empezar proyectos (estudios, trabajos, etc) a una edad "avanzada", haciendo frente a competidores mucho más jóvenes. Es un grito de ánimo a aquéllos que tienen o que desean dar un salto al vacío a cualquier edad en una sociedad en donde cumplir años está casi mal visto, porque la experiencia está infravalorada.


Recuerdo, mientras veía algunos capítulos de la serie, concretamente donde Cervantes viaja al futuro y se da cuenta de la relevancia de sus obras en éste, donde me emocioné y por mi especial relación con el Quijote, me dije qué diferente hubiera sido mi educación si la Historia y la Literatura se me hubieran enseñado de otra forma, como en la serie. Mi sorpresa: que gracias a ella, unos profesores tuvieron la idea de hacer un juego de rol al más puro estilo ministérico para acercar a sus alumnos a la Historia con resultado más que positivos, grandiosos, limpiando así también de paso, la mala fama de estos juegos llamados de rol que llevan arrastrando desde los 80. Como debería ser la enseñanza a ciertas edades. Como nos la ha mostrado este maravilloso proyecto.


Sí, el libro es necesario leerlo si se es fan de la serie para poder entenderla en toda su complejidad y totalidad, puesto que es una autopsia minuciosa de la punta del iceberg que llega a nuestras pantallas.


Esperando con más ansia que nunca, tras leerlo, la tercera temporada.


Sinopsis:


¿Ciencia ficción hecha en nuestro país? ¿Viajes en el tiempo en la televisión pública? El escepticismo se adueñaba de cualquiera que escuchase hablar de "El Ministerio del Tiempo" antes de su emisión por mucho que sus artífices fuesen Pablo y Javier Olivares, creadores de series de calidad contrastada como "Isabel" o "Víctor Ros". Los diez primeros minutos del primer capítulo bastaron para acabar de un plumazo con cualquier tipo de prejuicio y para demostrar que estábamos ante algo muy diferente a lo que cualquier espectador hubiese visto previamente en nuestra tele.


Más allá de su impecable factura técnica, sus extraordinarios guiones llenos de guiños y humor, sus emotivas interpretaciones y de la innegable vocación de servicio público, la serie tenía ese algo que distingue a las buenas producciones de aquellas que cautivan a la audiencia hasta convertirse en series de culto. Es decir, series que acompañan a sus espectadores más allá de la emisión y que se convierten en objeto de discusión y análisis pro parte de una creciente comunidad de adeptos.


"Dentro de El Ministerio del Tiempo" se une a esa legión de ministéricos y se adentra en todo tipo de aspectos relacionados con la serie, convirtiéndose en el compañero ideal para diseccionar desde la profundidad de los guiones y los personajes hasta cualquier aspecto técnico, pasando por otros más insólitos como, por ejemplo, las implicaciones desde el punto de vista de la física que se esconden detrás de las puertas del tiempo.


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