Hernán Cortés
- Myosotis Rowan
- 9 abr 2017
- 3 Min. de lectura

Cuando compré este libro, no sabía quién era el autor y cuando me enteré de su nacionalidad, mexicano, me dije que bueno, qeu a ver cómo trataba la Historia. Pero el hombre es bastante neutro dentro de la simpatía que demuestra por Cortés. O quizás sea, simplemente, que quiso hacer justicia a la verdadera Historia y quitar la mancha negra que llevamos arrastrando. Lo cierto, es que, sin ocultar las barbaridades que se cometieron, también muestra las exageraciones de esa historia negra que hasta los españoles, masoquista donde los hayamos, estamos dispuestos a creer sin haber leído, fustigándonos hoy en día por lo ocurrido hace 600 años. No voy a escribir más sobre este libro. Voy a dejar aquí mi última reflexión que he puesto en mi página de historia, en la que he ido escribiendo entradas con algunos datos. Durante estos días he estado hablando sobre Cortés y sus conquistas y exploraciones. Y lo he escogido a él quizás porque es el que más se asocia con la leyenda negra española. No ha sido fácil escribir las entradas, no sólo por el trabajo de leer y comprender lo que se lee y por la constatación con otros datos dentro de mis escasas posibilidades (no soy historiadora, sólo lectora), sino también porque sí, hay cosas que con mi mentalidad del siglo XXI me cuesta aceptar. ¿Que no fueron tantos muertos? Pues no. ¿Que la leyenda negra es peor y más retorcida que la realidad? Pues sí. Pero los datos son los datos y con tan sólo 1 asesinato, ya es un asesinato de más. Porque fueron asesinatos. Todas estas entradas no las he puesto para limpiar nada. Lo que está hecho está hecho, no hay más ni menos. Y que se cometieron barbaridades, se cometieron, claro que sí. Eso no lo niega nadie. Pero ni todos fueron ángeles ni todos fueron demonios. Somos una mezcla de ambos, el ser humano en sí. Y conforme leía, claro que me ha dolido las muertes de grandes hombres de coraje como Cuauhtémoc, al igual que me duele el miedo al que se enfrentaban los castellanos, porque, iban cagados de miedo. Desde el punto de vista español, se hizo lo que tarde o temprano se habría hecho. Y si hubiera sido otro país, se habría tratado a los indígenas igual que los trató España o mucho peor (como en Norteamérica). Y desde el punto de vista indígena, es que no tenían más remedios que defenderse de los intrusos. Está claro. Lo que no se puede hacer es pintar al indígena como un santo y al español como un demonio. Los aztecas tenían reprimidas a otras tribus y eran tan crueles con ellas como lo podían ser los españoles con los aztecas. Como lo fueron todos los invasores alguna vez en su vida. Como lo somos hoy en día. El ser humano está lleno de violencia, sea de la nacionalidad qeu sea y sea cual sea su religión y en manada, son temibles. Con esto quiero decir, que sí, que se cometieron injusticias, hace 600 años. Y es hora de superarlo. Ahora les toca a los sudamericanos preservar sus raíces y comenzar a dejar de lado los reproches y las mentiras y ceñirse únicamente a la realidad, sin más. Dicen que la Historia la escriben los vencedores. Pero no siempre. Con el tiempo también la escriben los vencidos. Y a los que nos coja en el presente o bien a años luz de nuestra época, es a los que nos toca buscar el punto medio para distinguir lo que es cierto de lo que es exagerado. Con todas estas entradas y con mis comentarios, sólo espero no haber molestado ni herido la sensibilidad de nadie. Y si ha sido así, mis disculpas. Simplemente me niego a tragarme toda la mierda que quieran echar sin estudiar ni leer siquiera. Ya suficiente tenemos que comernos todos con nuestra propia Historia. Que nadie, hablando en términos históricos y generales, tiene las manos limpias.