La presencia lejana
- Myosotis Rowan
- 9 feb 2018
- 2 Min. de lectura

Hay libros que no se dejan leer, y éste, por desgracia, es uno de ellos.
Al cogerlo tras leer a Pío Baroja, pensé que era cosa de mi resaca literaria, o que quizás, es difícil ponerse al nivel de Baroja, pero no, es que, sencillamente, el estilo petulante y excesivamente rebuscado de Juan García Ponce en esta novela, no va conmigo.
De hecho, va a ser uno de los pocos libros que no termine. He seguido y seguido, con la esperanza de que mejorara, pero ya llegando a la página 100 y con otras casi 100 por delante, no creo que el panorama vaya a mejorar mucho. Lo único que está consiguiendo es deprimirme y dar gracias porque la vida interior de las personas en general no sea como la que describe en sus personajes. A veces, tengo la sensación de que hay autores, que por hacer uso de un estilo sutilmente barroco de sentimientos, creen alcanzar cierto grado superior de intelectualidad en sus obras, y quizás lo consigan, pero lo que realmente no consiguen es conectar con el lector. Como digo, acabo de terminar de leer a Baroja, pero también se me viene a la mente Delibes, Quiroga o Guillermo Blanco, que, con un estilo humilde y sencillo, que no simple, consiguen ambas cosas.